sábado, 18 de junio de 2011

La paternidad... un acto de amor y de fe.

El pasado 14 de junio tras haber recibido un mensaje de Lupita Leija surgió en mi mente la frase que ahora comparto aquí: "La paternidad se forja, se gana, se vive y solo se puede explicar como un acto de amor y de fe"; frase que en su oportunidad publiqué a través de mi twitter @armandocavazos

Estamos a unas horas de la celebración oficial del Día del Padre y que cada año corresponde al tercer domingo del mes de junio.

Hace algunos años este día prácticamente pasaba desapercibido ya que nuestra cultura ha privilegiado mucho más la celebración del Día de la Madre, en cierta medida como consecuencia del machismo que si bien sigue vigente en el México moderno, empieza a reconfigurarse con el arribo de las generaciones contemporáneas a las tareas que implican la crianza, formación y educación de los hijos.

La mujer rompió el mito de que su papel se limitaba al hogar y se integró a la dinámica de la vida laboral en diferentes ámbitos, incluyendo los que que en su momento se consideraban exclusivos del hombre.

Este cambio le brindó al hombre la oportunidad, en un sentido recíproco, de asumir y compartir responsabilidades que por años recaían exclusivamente en las mujeres, como involucrarse en el desarrollo espirítual y humano de los hijos.

Y no significa que antes no ocurriera, solo que el hombre tenía que mantener una figura de "fortaleza" con un toque de rudeza y frialdad: "los hombres no lloran, eso es de viejas...", "aguántese, como los machos...", "los hombrese sientan a la mesa, las mujeres son las encargadas de servir y levantar la mesa...",son algunas de las frases que era común escuchar como parte de la herencia del papá a sus hijos varones.

Hoy las cosas son diferentes -claro que tampoco se trata de generalizar pues eso no es posible hacerlo ni en pasado, ni en presente y mucho menos en futuro- el hombre vive la paternidad con mayor apertura y disposición emocional, sin temor a ser tachado de "poco hombre" o dicho más drásticamente de "marica".

Aclaro que mi intención no es criticar la paternidad de ayer, simplemente busco establecer un punto de comparación, en el cual y para equilibrar mi artículo lanzo una pregunta que sin lugar a dudas se antoja para la reflexión: ¿por qué los papás de ayer lograron formar hombres y mujeres trabajadores, responsables y con un alto sentido de compromiso social?

Y un ejemplo que ligo con la pregunta antes expuesta es que para salir de noche pasamos del pedir permiso, al negociar y finalmente al solo avisar, dejando de lado la figura de autoridad que lleva inmersa, aunque los hijos se nieguen a reconocerlo, el papá y por supuesto la mamá.

En fin, después de un brevario posicional (ya validé en la RAE que la palabra es correcta) no me queda más que regresar a la frase inicial de este artículo "La paternidad se forja, se gana, se vive y solo se puede explicar como un acto de amor y de fe".

Sin lugar a dudas la paternidad no es solo resultado de la biología y la genética; va mucho más allá y requiere de la voluntad y convicción del hombre para asumir la gran y maravillosa responsabilidad-privilegio de ser guía, motor y ejemplo fidedigno, en las palabras y en los hechos, del amor en su máxima expresión.

Así como hizo San José, quien  "manifiesta de manera sorprendente, que es padre sin haber ejercitado una paternidad carnal. No es el padre biológico de Jesús, del cual solo Dios es Padre, y sin embargo ejercita una paternidad plena y entera. Ser padre es por encima de todo ser servidor de la vida y del crecimiento. San José ha dado prueba, en este sentido, de una gran dedicación."(SS Benedicto XVI, marzo 2011).

Mi reconocimiento y felicitación a todos los Padres, biológicos y espirituales, en su día.

Dios los bendice.

ACR